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Conversación con Yezid Arteta sobre diálogos de paz (audio)
Camilo Alzate
Iniciativa Debate, 12/10/2013
(*) Audio transcrito por Rebelión |
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Yezid Arteta Dávila (Barranquilla, 1959) es abogado y sociólogo colombiano. En sus años de juventud fue un destacado líder estudiantil de izquierda que ingresó a las filas de la guerrilla colombiana a principios de los años 80, convirtiéndose en un importante ideólogo de la insurgencia. En 1996 cayó preso durante un combate con el ejército colombiano y pagó una condena de 10 años en diferentes penitenciarias del país. Recobró la libertad en el 2006 renunciando a la lucha armada y comprometiéndose de lleno a buscar una salida política y negociada al conflicto en Colombia. Vive desde 2007 en Barcelona donde trabaja en la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente fue nombrado gestor de paz por el gobierno de Colombia ante las eventuales negociaciones de La Habana.
Con él hemos conversado sobre los orígenes del conflicto armado en Colombia, los recientes diálogos llevados a cabo entre el gobierno y las FARC en Cuba, así como sobre las perspectivas de resolución política a la violencia.

Yezid, usted que es un hombre con tanta trayectoria, que, como dicen por ahí, parece que hubiera vivido al menos cuatro vidas -la del activista político, la del insurgente, la del preso y ahora la del luchador por la paz-; un tipo como usted, que conoce el conflicto desde adentro, que lo vivió, que lo caminó en su faceta más dura, que es la faceta de la guerra, ¿podría darnos una pincelada, a grandes rasgos, de lo que es el conflicto en Colombia, del origen de ese conflicto? Porque acá tenemos una visión pervertida por los medios de comunicación, que plantean las cosas como si fuera de buenos y de malos. ¿Qué hay detrás del conflicto en Colombia?
Los orígenes del conflicto colombiano son eminentemente de carácter político y ha tenido también unas raíces de carácter socio-económico. La guerrilla que hoy día está representada en las FARC tuvo sus orígenes en una situación relacionada con la tenencia de la tierra. Incluso podríamos decir que en la etiología del conflicto colombiano está precisamente en el tema rural, de una inmensa mayoría de campesinos pobres que han sido violentados por parte de las fuerzas institucionales y otro tipo de fuerzas de índole paramilitar.
Se ha hablado mucho de que el conflicto colombiano está atravesado por el fenómeno del narcotráfico y también se especula mucho, especialmente en los medios de comunicación de Europa, en el sentido de que allí lo que existe es una amenaza de grupos terroristas que han desfigurado totalmente su ideario político y que la existencia de la guerrilla carece de sentido en las actuales circunstancias. Yo diría que, si bien es cierto que el camino de las armas se viene prácticamente agotando como mecanismo para lograr cambios en el territorio colombiano, debido a la brutalidad de la guerra, el desprestigio de la misma, hay que decir que los orígenes del conflicto, que están en los temas económicos y políticos perviven, y por tanto, el fenómeno que se acusa de la incidencia del narcotráfico, si bien es cierto que las guerrillas han reconocido en algún momento lograr algún tipo de financiación a través de un impuesto que hacen dentro de la cadena del narcotráfico, hay que señalar que el narcotráfico es un fenómeno económico que se desarrolla independientemente de que exista o no conflicto en Colombia e, incluso, en muchas regiones del país, las cuales yo recorrí, antes de la presencia de la guerrilla ya existía actividad de narcotráfico.
Y el otro tema, que se refiere a caracterizar el fenómeno del conflicto colombiano como una amenaza estrictamente terrorista, yo pienso que si bien es cierto que en una guerra como la colombiana, en la que se emplea armamento de carácter irregular, muchas veces fabricado de forma artesanal, es obvio que se producen muchos estragos, especialmente cuando se emplean los explosivos para desarrollar acciones militares, particularmente el tema del secuestro, que luego lo erradicaron como práctica política, tiene unos ideales, unos comportamientos políticos, tienen un programa y, de hecho, la negociación en La Habana, a la que ha apostado el Gobierno de Santos, es precisamente porque hay un reconocimiento político de esa organización, y hay unas finalidades de carácter político, y hay un programa social y económico. Es decir, no se negocia o no se pacta con delincuentes comunes; no se realizan negociaciones con organizaciones que están más allá de los ideales políticos. Por tanto, las raíces del conflicto colombiano hay que verlas en esos asuntos de carácter político, de carácter social y de carácter económico. Ahora, el aspecto político de este conflicto radica en que en Colombia hubo, y aún perdura, una especie de hegemonía por parte de los dos grandes partidos políticos del establecimiento: el Partido Liberal y el Conservador. Incluso fueron los que propiciaron las primeras guerras intestinas en el territorio nacional y estos partidos han pactado unos mecanismos, que son una especie de engendros jurídicos, en los que a la izquierda y a los partidos de oposición se les ha considerado como ciudadanos de segunda clase. Hubo en Colombia un llamado “Frente Nacional”, que, curiosamente, fue firmado en las costas del Mediterráneo español, en Sitges y en Benidorm, en la que los jefes del Partido Liberal y Conservador pactaron el llamado Frente Nacional, por el que se repartieron el poder durante 16 años y negaron otro tipo de participación política en el escenario de una democracia, digamos, restringida. A pesar de que no han sido dictaduras sangrientas como las que hubo en el Cono Sur, en Colombia ha existido un modelo de democracia mínima para sectores de la oposición y sectores que representan alternativas de izquierda.
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